Título original: Intermezzo
Año de publicación: 2024
Traducción: Inga Pellisa
Valoración: recomendable
La mencionada reseña de las otras dos novelas de Rooney podéis encontrarla aquí
Cada día, una nueva reseña
Título original: Intermezzo
Año de publicación: 2024
Traducción: Inga Pellisa
Valoración: recomendable
La mencionada reseña de las otras dos novelas de Rooney podéis encontrarla aquí
Año de publicación: 2025
Valoración: Recomendable
Título original: The Halloween Tree
Año de publicación: 1972
Traducción: Matilde Horne
Valoración: entre recomendable y está bien
Sé que para muchos de vosotros/as la fiesta de Halloween es ya algo tan tradicional como la de la patrona de vuestro pueblo (esto no va por vosotros, amigos/as de México; no es de extrañar, después de décadas viendo en películas y series de televisión cómo los norteamericanos se los pasaban pirata, mientras que en España la costumbre era ir a ver una representación del tenorio y, al día siguiente, al cementerio a limpiar las tumbas de los parientes fallecidos (evidentemente, no hay color, no le estoy recriminando a nadie la adopción de costumbres foráneas, teniendo en cuenta, además que la hibridación cultural puede producir resultados de lo más interesante). Vale, ya sabemos, por tanto, lo de los disfraces, las calabazas y los caramelos, pero, ¿de dónde viene, exactamente, la fiesta de Halloween, el Día de los Muertos, la Noche de Brujas, Todos los Santos o como queramos llamarla? Pues eso es lo que trata de enseñarnos Ray Bradbury con esta novelita. O enseñar a los chavales, más bien, puesto que se podría decir que es una novela eminentemente juvenil.
Resumen resumido: un grupo de chicos de un pueblo de Illinois salen a pedir dulces la noche del 31 de octubre. Se queda, sin embargo, el más popular de todos ellos, llamado Joe Pipkin, que no se encuentra bien y les cita para más tarde en un caserón de las afueras con pinta de casa encantada. Allí, además de encontrarse el fabuloso Árbol de las Brujas que da título al libro, reside el enigmático y asombroso señor Mortajosario quien les llevara en un viaje a través del tiempo para conocer los orígenes de la celebración de esa noche, además de buscar al desaparecido Pipkin. Un viaje fantástico y, por momentos, aterrador que puede considerarse como iniciático o de crecimiento, aunque en la novela los protagonistas pasen de ser niños a... seguir siendo niños (aunque más conscientes). Por eso el libro podría entrar en la categoría de "categoría juvenil", sin que ello impida que cualquier adulto pueda disfrutar sobremanera con su lectura.
Algo que también sucede, aparte de la originalidad de la trama, elementos supranaturales, etc., por el estilo de la prosa de Bradbury, bastante reconocible por su enfatismo, su gusto por las metáforas a todo trapo, por el toque poético incluso en párrafo más anodino... un estilo, que, en principio, no me atrae demasiado. He de reconocer, sin embargo, que a esta pequeña novela, seguramente debido a su carácter fantástico y alegórico, le queda como un guante y en ningún momento se siente como exagerado o extemporáneo -y eso que el señor Mortajosario... es decir, Carapacho Clavícula Mortajosario, que ahí es ná, hace todo lo que puede para que sea así- e incluso ese lirismo que en otros textos puede parecer algo fuera de lugar,aquí resulta incluso conmovedor. Los capítulos, además son bastante cortos y ágiles, llenos de acción, lo que facilita que el libro se lea en un plis-plás y, aunque no resulte una novelette redonda, (quizás porque hoy en día nos resulte todo ya un poco visto, no así, supongo en 1972), me parece perfecta para leer hoy, esperando a que llegue la noche y se abra el pasaje entre el mundo de los vivos y el de los muertos, como toca en esta fecha señalada. Tened cuidado, que la medianoche no os pille en el otro lado...
Más libros de Ray Bradbury reseñados en este blog: La feria de las tinieblas, Crónicas marcianas,Fahrenheit 451
Año de publicación: 2024
Valoración: Interesante (para completistas)
Seguramente pensarían ustedes que ya no quedaba ningún escrito de Roberto Bolaño por publicar. Craso error. Debolsillo, dado el seguimiento que tienen las novelas del escritor chileno en nuestro país, se ha preocupado de saciar las necesidades de los “bolañistas” publicando un volumen titulado A la intemperie.
En este caso, no nos encontramos con una nueva novela inédita, puesto que a estas alturas los baúles están vacíos. Se trata de un volumen que recopila los artículos, columnas y reseñas que publicó Bolaño desde los años 70 hasta poco antes de su muerte. También se recogen prólogos a obras de otros autores y algunas conferencias y discursos.
Con estos antecedentes, como ustedes fácilmente comprenderán, el interés que pueda suscitar esta obra es muy relativo. La temática es muy dispersa y el estilo varía mucho entre los distintos escritos puesto que pertenecen a épocas muy dispares, por lo que la coherencia general de la obra brilla por su ausencia.
En este sentido, quizás no resultan especialmente atractivos tantos relatos sobre ambientes y personajes de Blanes, su lugar de residencia, ni tampoco los numerosísimos artículos dedicados a autores chilenos que no son conocidos por estos pagos, pero lógicamente hay que situarlos en el contexto de los medios informativos, especialmente el Diari de Girona y Las Últimas noticias de Chile, en que fueron publicados.
Mucho más interesantes son los artículos en los que habla de literatura. Aunque debe quedar claro que no son críticas literarias ni artículos de opinión. Bolaño introduce sus valoraciones, principal aunque no exclusivamente, de escritores españoles e hispanoamericanos, donde desgrana sus filias y fobias personales, con las que el lector podrá estar o no de acuerdo. El autor chileno ensalza entre los autores españoles a Javier Cercas, Javier Marías o Vila-Matas y nos recomienda encarecidamente que si nos gustan los cuentos “un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Lo repito una vez más, por si no ha quedado claro, a Cela y Umbral ni en pintura”. Y poco más adelante concluye que como cuentista “con Poe tendríamos de sobra”. No creo que Harold Bloom estuviera de acuerdo.
En cuanto a la literatura hispanoamericana deja claramente de manifiesto su predilección por los autores argentinos, especialmente Borges y Cortázar, y en cuanto a la literatura chilena, sobre todo destaca a Huidobro y Nicanor Parra, a los que dedica varios artículos. En cuanto a fobias, aquí queda su valoración de Isabel Allende: “su literatura es mala, viva, pero mala”.
En fin, un volumen que puede resultar útil para completistas a los que les guste coleccionar todo lo publicado por Bolaño, pero prescindible para todos los demás.
Firmado: José Miguel Martínez
Otras muchas obras de Roberto Bolaño reseñadas en ULAD: aquí
Que tras más de 6000 entradas solo hayamos reseñado un libro de Juan Carlos Onetti solo puede querer decir dos cosas: que somos unos "dejados" o que hoy en día casi nadie lee al uruguayo. Prefiero quedarme con la primera de las opciones, la verdad.
Sea por una cosa o por otra, dejo por escrito el propósito de ir llenando ese vacío (tengo que leer / releer La vida breve, Juntacadáveres o Dejemos hablar al viento, que andan por casa "poniéndome ojitos"). Para empezar, hoy es el turno de Los adioses, un librito muy muy breve que queda fuera del ciclo de Santa María y de los personajes que pueblan buena parte de la obra de Onetti. Independientemente de esto, es una obra 100% Onetti, tanto por estilo como por temas o por ambiente.
Porque Los adioses es una novelita filosófica y/o metafísica que lleva en su interior una historia de amor y una intriga de corte casi policial, un texto que juega con el lector ya que esconde más de lo que muestra, una obra que bebe del cine de la época, de la pintura y de la fotografía y que nos ofrece, una vez más, un testimonio de la desgracia y el fracaso. Dos frases son claro ejemplo de esto último:
No es que crea imposible curarse, sino que no cree en el valor, en la trascendencia de curarse.
Es inútil dar vueltas para escapar al destino.
El argumento de la novela podría resumirse en la llegada de un extraño, al que conoceremos simplemente como "el hombre", a un pueblo sin nombre en el que un hospital atiende a enfermos de tuberculosis. Pero esto no es La montaña mágica, ni mucho menos. Es, por el contrario, la reconstrucción de los pasos de "el hombre" vistos desde la perspectiva del almacenero, otro extraño llegado al pueblo 15 años atrás. O, mejor dicho, desde una perspectiva construida a partir de sus observaciones, de sus imaginaciones, de las observaciones e imaginaciones de terceros.
Esta es una de las claves del texto: la fiabilidad del narrador. ¿Quién es el narrador? ¿Cómo ha llegado hasta allí? ¿Cuánto de verdad hay en lo que vemos u oímos, en lo que imaginamos, en lo que inferimos, en lo que interpretamos?
La otra es el personaje de "el hombre": ¿Qué le ha llevado al pueblo? ¿De qué huye (si es que huye de algo)? ¿Quiénes son las dos mujeres que le escriben y le visitan? ¿Cuál es su relación con el hombre y con el pasado y el presente de este?
Preguntas y más preguntas que solo obtienen una respuesta parcial en las páginas finales del libro.
Si por algo destaca Los adioses es por ese ritmo tan característico de la prosa de Onetti (no confundir con el ritmo de la propia acción, ojo). Hablo de sus párrafos densos y cargados de imágenes, del ritmo y las pausas de la frase, que parecen adaptarse a la entrecortada respiración de los enfermos que pueblan la novela. Pero también hay que citar paisajes, ambientes y secundarios casi espectrales que otorgan una magnética sensación de irrealidad.
Como podrán deducir quienes no hayan leído hasta ahora a Onetti, hablamos de un libro no apto para todos los públicos. Hablamos de uno de los más claros ejemplos de los considerados "escritor para escritores", de un texto que no "explicita", que el lector ha de completar a su manera y en el que, a veces, el propio estilo se impone a la trama. Que esto no os eche atrás, de verdad. Onetti es uno de los grandes de la literatura hispanoamericana del siglo XX y eso es mucho decir.
También de Juan Carlos Onetti en ULAD: El astillero